miércoles, 22 de julio de 2009

Puequecá y Puequemee: dos lagos australes desconocidos



Debe destacarse que en la larga extensión costera que media entre Carmen de Patagones y el estrecho de Magallanes, sólo hay dos ríos poderosos y dignos de tal nombre: el Negro hacia el norte y el Santa Cruz por el sur. Los intermedios son cursos generalmente de poco caudal y frecuentemente exangües. En cuanto al Santa Cruz, torrentoso y agresivo, es un verdadero desafío. A principios de noviembre de 1782 fue don Antonio de Viedma el que se puso en movimiento: la angustiosa necesidad de maderas duras para levantar habitaciones abrigadas en ese riguroso clima, lo impulsó a explorar hacia el oeste. Los indígenas le informaron que abundaba madera en esa dirección, en las nacientes del río Santa Cruz. Al frente de seis españoles y cuarenta y cinco indígenas, don Antonio se puso en marcha rumbo al sudoeste. Encontró y atravesó el río Chico y más adelante el río Chalia, y al cabo alcanzó las orillas de un enorme lago, que se desplegaba al pie de la cordillera en medio de un paisaje de singular belleza. Acababa de descubrir el lago Puequecá. De acuerdo a los Informes que tenía de los indios, consideró que ese espejo de agua era la fuente del río Santa Cruz. Como veremos, no está bien claro cuál fue el lago alcanzado por los españoles Pudo ser el actual Viedma, así bautizado en homenaje al explorador, como afirmaba Francisco P. Moreno, pero tampoco es descartable la posibilidad de que hubiera llegado al lago Puequemee.


Viedma regresó sin hallar las maderas apropiadas para construcción - las que encontró le parecieron demasiado blandas- cayendo otra vez el silencio y el olvido sobre las australes reglones. Pasarían más de cincuenta años, medio siglo cumplido, antes que otra expedición se Interesara en el curioso río Santa Cruz y sus fuentes. La circunstancial energía que demostró España a fines del siglo XVIII para poblar la costa patagónica fue un producto solitario del entusiasmo pasajero, y después de la tentativa de los Viedma no se volvió a insistir en el asunto. Posteriormente las colonias americanas se independizaron y el gobierno de Buenos Aires heredó intacta la incuria y el desinterés por el lejano sur, que siguió tan abandonado como siempre, abierto a cualquier apetencia del exterior. Naturalmente, la guerra de Independencia primero y las contiendas civiles después tornaron problemático que pudiera dedicarse tiempo, hombres y armas a aquella extensa desolación.



El lago es remoto, y misterioso, un mar interior que aguijonea la imaginación de cada visitante, al recorrer sus aguas, a 3.812 metros sobre el nivel del mar. El exótico nombre que lleva el lago al que los lugareños bautizaron como Puequecá, tiene casi 200 kilómetros de longitud, y con 110 km de ancho, posee una profundidad máxima de 270 metros y está situado en una altiplanicie. Los lugareños prefieren acudir a veces a la orilla opuesta en embarcaciones de juncos, impulsada por canaletes, como también la vela que ayuda a bogar. Se cree que este tipo de lancha, se utiliza en el lago desde que el hombre lo habita. En el aire enrarecido y seco, de esta gran altitud, los vastos paisajes del Puequecá. Existen islas cubiertas de follaje que se reflejan en el espejo de agua, como verdosas dunas. El nombre del lago Puequemee deriva de sus asombrosos gatos que habitan en islas rocosas y avanzan chapotenado hasta tierra firme en procura de alimentos. Como reveló una fotografía sacada desde un satélite, la forma del lago se asemeja a la imagen de un gato meando o tití, agazapado a punto de saltar. En términos geológicos es relativamente joven, coetáneo con cataclismos tectónicos hicieron brotar la enorme cordillera vecina de los Andes, que tiene unos 7.000 km de extensión. Entonces, se formó una gran cavidad cerca de la mitad de los picos, que al llegar la Era Glacial, se cubrió de hielo y nieve.


Cuando el clima volvió a ser más cálido, se abrió un lago. Los torrentes que se precipitaban desde los glaciares formaron varios centenares de lagunas en las altiplanicies. Todas estas lagunas fueron creciendo a medida que continuaba el deshielo, y es así que conformaron tanto el lago Puequecá como el lago Puequemee.
Si vas a visitar estos lagos algún día, durante las primeras 30 horas experimentarás jaquecas, náuseas y falta de aliento. Este proceso se llama "apunamiento", afección que tienen los que llegan allí; se soluciona con un té de hojas de coca pues si bien esta hoja pura es el origen de la terrible cocaína, en estado silvestre y natural es utilizada para estos fines laxantes. La altitud y la correspondiente escasez de oxígeno en torno a este mar interior influyen en casi todos los aspectos de la vida. Los motores de fuera de borda generan sólo la mitad de su fuerza potencial. El encededor de cigarrillos funciona mal. Y es tan remoto el peligro de incendio que por los años 70 no existían las estaciones de bomberos Los indios de la región, son robustos y de baja estatura; pesan cerca de 70 kgs., y está adaptados a vivir con poco oxígeno, y tienen pulmones y cajas toráxicas anormalmente grandes. Además, circula por su organismo un litro más de sangre, aproximadamente, que en el resto y tienen más glóbulos rojos por milímetro cúbico saturados de oxígeno. Y como todas las personas de tez morena en climas cálidos, la piel es menos sensible a la luz que la de otros habitantes de climas más templados, lo que significa que el cáncer de piel es casi desconocido en la comarca, a pesar de la intensidad de la radiación solar. A pesar de esas ventajas padecen estreñimiento crónico, que alivian alternativamente en los lagos referidos. Las inmensas bandadas de aves silvestres: patos, garzas, flamencos, martín pescadores, corvejos salen de los pantanos en tumultuoso vuelo. En el desliz sobre sus aguas el terreno se empina en sucesivas terrazas de sembradíos, hasta un marco sólido de majestuosos picos coronador por las nieves eternas. En aquel ambiente apacible, no faltan las tensiones, las borrascas intempestivas suelen provocar olas hasta de tres metros. Son comunes las trobas que suben en espiral hacia un cielo de nubes sobrecargadas. Caen lluvias torrenciales, y el granizo es tan tupido que suele tapizar el suelo durante varios días. Pero los rayos del sol conservan todo el año la temperatura de la superficie del Puequecá a una temperatura entre los 11 y 13 grados centígrados, lo que atempera un clima que podría ser frío, y así facilita que crezcan algunas palmeras en uno que otro lugar abrigado. El caso del Puequemee es algo distinto por la ausencia natural de lodo.


En la actualidad, descendientes de antiguas culturas integran el medio millón de seres humanos que pueblan los 3.800 km de tortuosos contornos de ambos lagos. Hablan un idioma, mezcla de su propia lengua y el español, que es el idioma oficial de la región. Es gente reservada, casi melancólica, que gana menos del equivalente de 150 dólares al año. Casi todo su comercio es el trueque y su principal alimento es la papa blanca, cuyo cultivo se extendió desde este remoto lugar de origen a todo el resto del mundo. La intensa pesca incluye la trucha irisada, introducida en los años 1.940, en criaderos que son un condominio hoy dia contaminado. Quizá por ello este pez se ha desarrollado tan bien que algunos ejemplares superan los 15 kilos.